viernes, 13 de agosto de 2010

Roma . Su origen y los tre periodos de su historia.






 Roma

Introducción

La Historia Romana se divide para su estudio en tres periodos bien diferenciados : Monarquía, República e Imperio.

La Monarquía transcurrió desde el 753 hasta el 510 a.C., para cuyo estudio confluyen numerosas leyendas e historias simbólicas, y sobre el cual los historiadores crearon relatos incompletos respecto de su origen y evolución. Con frecuencia, se ha contrastado la decadencia que supuso la época monárquica con el idealismo acuñado sobre el periodo que continuó a ésta, la República de Roma.


Orígenes legendarios de Roma

Según la leyenda, Roma fue fundada en el 753 a.C. por Rómulo y Remo, los hermanos gemelos hijos de Rea Silvia, una virgen vestal hija de Numitor, rey de la cercana Alba Longa (en el antiguo Lacio). Una tradición más antigua remonta la ascendencia de los romanos a los troyanos y a su líder Eneas, cuyo hijo Ascanio o Julo fue el fundador y primer rey de Alba Longa. Los relatos sobre el reinado de Rómulo destacan el rapto de las sabinas y la guerra contra los sabinos, dirigidos por Tito Tacio, y señalan también la unión de los pueblos latino y sabino. La referencia a los tres pueblos en la leyenda de Rómulo (ramnes o ramneses; titios, equiparados a los sabinos; y lúceres, los etruscos), que formaban parte de un nuevo Estado, sugiere que Roma fue creada por una amalgama de latinos, sabinos y etruscos.

Los reyes de Roma . La Monarquía

Los siete reyes del periodo monárquico y las fechas que tradicionalmente se le asignan son: Rómulo (753-715 a.C.); Numa Pompilio (715-676 o 672 a.C.), a quien se le atribuyó la introducción de muchas costumbres religiosas; Tulio Hostilio (673-641 a.C.), un rey belicoso que destruyó Alba Longa y luchó contra los sabinos; Anco Marcio (c. 641-616 a.C.), de quien se dice que construyó el puerto de Ostia y que capturó muchas ciudades latinas, transfiriendo sus habitantes a Roma; Lucio Tarquino Prisco o Tarquino el Antiguo (616-578 a.C.), célebre tanto por sus hazañas militares contra los pueblos vecinos como por la construcción de edificios públicos en Roma; Servio Tulio (578-534 a.C.), famoso por su nueva constitución y por ensanchar los límites de la ciudad; y Lucio Tarquino el Soberbio (534-510 a.C.), el séptimo y último rey, derrocado cuando su hijo violó a Lucrecia, esposa de un pariente. Tarquino fue desterrado y los intentos de las ciudades etruscas o latinas de restituirlo en el trono de Roma no tuvieron éxito.

La organización de la Monarquía romana

Aunque los nombres, fechas y sucesos del periodo real se cree que pertenecen a la ficción, existen pruebas sólidas de la existencia de una antigua monarquía, del crecimiento de Roma y sus luchas con los pueblos vecinos, de la conquista etrusca de Roma y del establecimiento de una dinastía de príncipes etruscos, simbolizada por el mandato de los Tarquinos, de su derrocamiento y de la abolición de la monarquía. También es probable la existencia de cierta organización social y política, como la división de los habitantes en dos clases: de un lado, los patricios, los cuales poseían derechos políticos y formaban el populus o pueblo, y sus subordinados, conocidos como clientes; y, de otro, la plebe, que en un principio no tenía categoría política. Al rex o rey, que ocupaba el cargo de por vida, lo elegía de entre los patricios el Senado (Senatus) o Consejo de Ancianos (patres). El rey era responsable de convocar al populus a la guerra y de dirigir al Ejército en la batalla. En los desfiles era precedido por los funcionarios, conocidos como lictores, que portaban las fasces, símbolo del poder y del castigo. También era el juez supremo en todos los pleitos civiles y penales. El Senado sólo daba su consejo cuando el rey decidía consultarlo, aunque sus miembros poseían gran autoridad moral, ya que sus cargos también eran vitalicios. En un principio sólo los patricios podían llevar armas en defensa del Estado. Parece que hubo una importante reforma militar, conocida como reforma Servia, ya que posiblemente tuvo lugar durante el mandato de Servio Tulio, en el siglo VI a.C. Para entonces, la plebe podía adquirir propiedades y, según la reforma, todos los propietarios, tanto los patricios como los plebeyos, estaban obligados a servir en el Ejército, donde se les designaba un rango de acuerdo con su riqueza. Este plan, aunque al principio servía a un propósito puramente militar, preparó el terreno para la gran lucha política entre patricios y plebeyos que tuvo lugar durante los primeros siglos de la República romana.

La República romana

Periodo de la historia de Roma caracterizado por el régimen republicano como forma de gobierno, que se extiende desde el 510 a.C., cuando se puso fin a la monarquía con la expulsión del último rey, Lucio Tarquino el Soberbio, hasta el 27 a.C., fecha en que tuvo su inicio el Imperio.

Conquista de la península Itálica (510-264 a.C.)

En sustitución del rey, el conjunto de la ciudadanía elegía anualmente a dos magistrados, conocidos como pretores (o jefes militares), que más tarde recibieron el título de cónsules. La participación dual en el ejercicio del poder supremo y la limitación a un año de permanencia en la magistratura evitaban el peligro de la autocracia. El carácter del Senado, órgano asesor ya existente durante la monarquía, fue modificado al poder ingresar en él los plebeyos, conocidos como conscripti, por lo que desde entonces la denominación oficial de los senadores fue la de patres conscripti (padres conscriptos). Inicialmente sólo los patricios podían ocupar las magistraturas, pero el descontento de la plebe originó una violenta lucha entre los dos grupos sociales y la progresiva desaparición de la discriminación social y política a la cual los plebeyos habían estado sometidos.

En el 494 a.C., la secesión (retirada) al Aventino (una de las siete colinas de Roma) de los plebeyos, obligó a las clases patricias a conceder la institución de los tribuni plebis (tribunos de la plebe) que eran elegidos anualmente por el Concilium plebis (Asamblea de la plebe) como representantes de los plebeyos para la defensa de sus intereses. Tenían derecho a veto sobre los actos de los magistrados patricios y de hecho actuaban como dirigentes de la plebe en los conflictos con los patricios. La constitución de un decenvirato (comisión de diez hombres) en el 471 a.C. tuvo como resultado la redacción de un código legal a su cargo veinte años después. En el 455 a.C. la Ley Canuleya declaraba legalmente válidos los matrimonios entre patricios y plebeyos. En virtud de las Leyes Licinias-sextias (367 a.C.) uno de los dos cónsules debía ser plebeyo. El resto de las magistraturas se fueron abriendo gradualmente a los plebeyos, incluida la dictadura (356 a.C.), una magistratura excepcional cuyo titular era elegido en tiempos de gran peligro, la censura o dignidad de censor (350 a.C.), la praetura o cargo de pretor (337 a.C.) y las magistraturas de los colegios pontifical y augural (300 a.C.).

Estos cambios políticos dieron paso a una nueva aristocracia compuesta por patricios y plebeyos enriquecidos y propiciaron que el ingreso en el Senado fuera casi un privilegio hereditario de estas familias. El Senado, que originalmente había tenido escaso poder administrativo, se convirtió en un órgano fundamental de poder; declaraba la guerra y firmaba la paz, establecía alianzas con otros estados extranjeros, decidía la fundación de colonias y gestionaba las finanzas públicas. Aunque el ascenso de esta nobilitas puso fin a las disputas entre los dos grupos sociales, la posición de las familias plebeyas más pobres no mejoró y el agudo contraste entre las condiciones de los ricos y la de los pobres originó a finales de la República las luchas entre el partido aristocrático y el popular.

Roma aplicó durante este periodo una política exterior expansionista. Ayudados por sus aliados, los romanos lucharon contra etruscos, volscos y ecuos. Entre el 449 y el 390 a.C. Roma se mostró especialmente agresiva. Muchas ciudades etruscas se apresuraron a firmar la paz, y a mediados del siglo IV a.C. se habían establecido guarniciones romanas en el sur de Etruria en las que se asentaron un gran número de colonos romanos, en el 338 a.C. la Liga Latina (una confederación de ciudades del Lacio establecida muchos años atrás) fue disuelta. Durante los siguientes diez años, Roma completó su dominio en el sur de Italia y de este modo logró imponer su poder sobre toda la península Itálica hasta los ríos Arno y Rubicón.

Hegemonía exterior



En el 264 a.C. Roma comenzó su lucha con Cartago por el control del mar Mediterráneo. Cartago era en esta época la potencia marítima hegemónica en el mundo y dominaba de forma absoluta el Mediterráneo central y occidental en tanto que Roma centraba su predominio en la península Itálica. Poco a poco Roma conquistó Sicilia a Cartago, luego inició una conquista desde Hispania hasta Siria.

Roma había creado, en 131 años, un imperio (administrado todavía bajo una forma republicana) que dominaba el Mediterráneo desde Siria hasta Hispania. Como resultado de esas conquistas los romanos entraron en contacto con el mundo griego, primero en el sur de Italia y Sicilia y más tarde en el este, adoptando gran parte de su cultura, arte, literatura, filosofía y religión. El desarrollo de la literatura latina comenzó en el 240 a.C. con la traducción y adaptación de la poesía épica y los dramas griegos. En el 155 a.C. se establecieron escuelas de filosofía griega en Roma.



Conflictos internos

Con la adquisición de tan vastos territorios comenzaron los problemas internos de Roma. Algunas familias plebeyas extremadamente ricas se aliaron con las viejas familias patricias para excluir al resto de ciudadanos de las más altas magistraturas y del Senado. Esta clase dirigente aristocrática (optimates) se hizo cada vez más arrogante y propensa al lujo, perdiendo los altos niveles de moralidad e integridad de sus antepasados. La gradual desaparición de los campesinos, causada por la creación de grandes propiedades agrarias, de un sistema de producción esclavista y por la devastación del campo por la guerra, condujo al desarrollo de un proletariado urbano cuya opinión política no se tenia en consideración. El conflicto entre el partido aristocrático y el popular era inevitable. Los intentos de los tribunos de la plebe Tiberio Sempronio Graco y su hermano Cayo Sempronio Graco por aliviar la situación de los ciudadanos más pobres con una reforma agraria y el reparto de cereales, acabaron en revueltas en las que ambos hermanos resultaron muertos, en el 133 y en el 121 a.C. respectivamente.

La ampliación territorial de Roma continuó. En el año 106 a.C. Yugurta, rey de Numidia, fue destronado por el cónsul Cayo Mario con la ayuda de Lucio Cornelio Sila. Esta victoria incrementó el prestigio militar de Roma, consolidado tras la derrota de los cimbrios y teutones en el sur de la Galia y norte de Italia a manos de Mario tras su regreso de África.

Las comunidades itálicas aliadas con Roma sintieron que sus cargas aumentaban en tanto que sus privilegios disminuían y exigieron compartir con Roma los beneficios derivados de las conquistas, a las que habían contribuido. El tribuno Marco Livio Druso intentó conciliar a la población pobre con una serie de reformas legales sobre la posesión de la tierra y reparto de cereales, y a los ejércitos itálicos con la promesa de la concesión de la ciudadanía romana. Su asesinato fue seguido, un año más tarde (90 a.C.), por una revuelta de los ejércitos itálicos cuyo objetivo era crear un nuevo Estado itálico gobernado según las directrices de la constitución romana. Tras la denominada Guerra Social los pueblos itálicos (principalmente marsos y samnitas) fueron finalmente derrotados, pero consiguieron la plena ciudadanía romana.

Los problemas internos de Roma continuaron. La rica economía agrícola de Roma decayó y la ciudad tuvo que importar gran parte de sus víveres, especialmente de África que se convirtió en el mayor suministrador de cereales para Roma.

La ascensión de César

En el año 67 a.C. Cneo Pompeyo Magno, político y militar romano acabó con la piratería en el Mediterráneo. Mientras tanto, su rival Cayo Julio César, aprovechándose de su ausencia, adquirió gran prestigio como líder del partido popular .

Dos años más tarde Pompeyo regresó victorioso de Oriente, demandó al Senado que ratificara las medidas que él había adoptado en Asia Menor y concedió tierras a sus veteranos. Sus peticiones encontraron fuerte oposición hasta que César optó por la reconciliación mediante una componenda; Pompeyo, Craso y César constituyeron el denominado primer triunvirato en el año 60 a.C.

El triunvirato logró obtener el consulado para César .El Senado, con el propósito de evitar que César se presentara como candidato al consulado en el 49 a.C., le exigió que abandonara su mando militar. César se negó, cruzó en el 49 a.C. el río Rubicón desde la Galia Cisalpina y tomó Roma, obligando a Pompeyo y los líderes aristocráticos a retirarse a Grecia. La victoria de César supuso la introducción de reformas económicas y administrativas en un intento de vencer la corrupción y restaurar la prosperidad de Roma. César continuó la guerra contra Pompeyo, derrotando a sus ejércitos en Hispania y pasó a Grecia, donde libró a comienzos del año 48 a.C. la decisiva batalla de Farsalia. Tras su victoria César regresó a Roma como dictador vitalicio.

Pompeyo fue asesinado poco después en Egipto, pero la guerra contra sus partidarios continuó hasta el año 45 a.C. con su derrota definitiva en Munda (en la Bética, Hispania), tras la cual César fue nombrado cónsul por un periodo de diez años.

César se granjeó la enemistad de la aristocracia al ignorar las tradiciones republicanas y fue asesinado el 15 de marzo del año 44 a.C. Marco Tulio Cicerón intentó restaurar la vieja constitución de la República, pero Marco Antonio, que había sido nombrado cónsul con César, se unió con Marco Emilio Lépido y el hijo de una sobrina de César, Octavio (más tarde el emperador Augusto), para formar el segundo triunvirato. Poco después de asumir el control de su zona oriental, Marco Antonio, rendido ante los encantos de la reina de Egipto Cleopatra VII, planeó crear con ella un imperio oriental independiente.Tras la batalla de Accio (o Actium) (31 a.C.) y el posterior suicidio de Marco Antonio y Cleopatra, Octavio obtuvo el control de Oriente (29 a.C.), con lo cual pasó a poseer la total supremacía sobre el territorio de Roma. Dos años más tarde recibió del Senado el título de augusto que asociaría a su propio nombre, acto que se considera el inicio del periodo imperial.

A pesar de las sucesivas guerras civiles, la literatura latina experimentó un notable desarrollo durante el llamado ‘periodo ciceroniano’ (70-43 a.C.). Es la primera parte de la llamada edad de oro de la literatura romana. El siguiente periodo (43 a.C.-14 d.C.) es conocido con el nombre de ‘periodo augusteo’. César y Cicerón llevaron la prosa latina a nuevas cimas, Terencio fue en esta época uno de los más brillantes dramaturgos y Catulo y Lucrecio destacaron por su brillante actividad poética.

Roma, Imperio de, periodo de la historia de Roma caracterizado por un régimen político dominado por un emperador, que comprende desde el momento en que Octavio recibió el título de augusto (27 a.C.) hasta la disolución del Imperio romano de Occidente (476 d.C.).






El Imperio

Augusto y la dinastía Julia-Claudia

El Imperio sucedió a la República de Roma y Augusto, como princeps (primer ciudadano) mantuvo la constitución republicana hasta el año 23 a.C. en que el poder tribunicio y el imperium militar (o mando supremo) fueron revestidos con la autoridad real. El Senado conservó el control de Roma, la península Itálica y las provincias más romanizadas y pacíficas. Las provincias fronterizas, donde fue preciso el acuartelamiento estable de legiones, estaban gobernadas por legados, nombrados y controlados directamente por Augusto. La corrupción y extorsión que habían caracterizado a la administración provincial romana durante el último siglo de la República no fue tolerada, de lo que se beneficiaron en especial las provincias.

Augusto introdujo numerosas reformas sociales, entre ellas las que pretendían restaurar las tradiciones morales del pueblo romano y la integridad del matrimonio; intentó combatir las costumbres licenciosas de la época y recuperar los antiguos festivales religiosos. Embelleció Roma con templos, basílicas y pórticos en lo que parecía el nacimiento de una era de paz y prosperidad. Este periodo representa la culminación de la edad de oro de la literatura latina, en la que destacan las obras poéticas de Virgilio, Horacio y Ovidio, y la monumental obra en prosa de Tito Livio Ab urbe condita libri (Décadas).

Con el establecimiento de un sistema de gobierno imperial, la historia de Roma se identificó en gran medida con los reinados de cada uno de los emperadores. El emperador Tiberio, sucesor de su padrastro Augusto desde el 14 d.C., competente gestor, fue objeto del descontento y de la sospecha general; apoyándose en el poder militar, mantuvo en Roma a su Guardia Pretoriana (las únicas tropas permitidas en la capital), siempre prestas a su llamada. Fue sucedido por el tiránico y mentalmente inestable Calígula (37-41). A su muerte el título imperial pasó a Claudio I, cuyo mandato contempló la conquista de Britania y continuó las obras públicas y las reformas administrativas iniciadas por César y Augusto. Su hijo adoptivo Nerón inició su gobierno bajo el sabio consejo y asesoramiento del filósofo Lucio Anneo Séneca y de Sexto Afranio Burro, prefecto de la Guardia Pretoriana; sin embargo, sus posteriores excesos de poder le condujeron a su derrocamiento y suicidio en el 68 d.C., lo que supuso el fin de la dinastía Julia-Claudia.

Dinastías del los Flavios y los Antoninos (69-192)





Los breves reinados de Galba, Otón y Vitelio entre los años 68 y 69 d.C. fueron seguidos por el de Vespasiano, que junto a sus hijos, los emperadores Tito y Domiciano, constituyen la dinastía de los Flavios (69-96). Resucitaron la sencillez de la corte en los comienzos del Imperio e intentaron restaurar la autoridad del Senado y promover el bienestar del pueblo. Fue durante el reinado de Tito cuando se produjo la erupción del Vesubio que devastó la zona al sur de Nápoles donde se encontraban las ciudades de Herculano y Pompeya. Aunque la literatura floreció durante el reinado de Domiciano, éste se convirtió en sus últimos años en una persona cruel y un gobernante tiránico. Este periodo de terror sólo acabó con su asesinato.

Marco Coceyo Nerva (96-98) fue el primero de los denominados ‘cinco buenos emperadores’ junto a Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio. Cada uno de ellos era elegido y adoptado legalmente por su predecesor según su habilidad e integridad. Trajano llevó a cabo una campaña contra los dacios, armenios y partos, permitiendo que el Imperio alcanzara su mayor extensión territorial; también destacó por su excelente administración. El escritor satírico Juvenal, el orador y escritor Plinio el Joven y el historiador Tácito vivieron bajo el reinado de Trajano. Los 21 años de gobierno de Adriano también fueron un periodo de paz y prosperidad; tras ceder algunos de los territorios más orientales, Adriano consolidó el resto del Imperio y estabilizó sus fronteras. El reinado de su sucesor, Antonino Pío se caracterizó igualmente por el orden y la paz. Las incursiones de varios pueblos emigrantes sobre diversas zonas del Imperio agitaron el reinado del siguiente emperador, el filósofo estoico Marco Aurelio, que gobernó junto a Lucio Aurelio Vero hasta el fallecimiento de este último. Marco Aurelio fue sucedido por su disoluto hijo Lucio Aurelio Cómodo, considerado como uno de los más sanguinarios y licenciosos tiranos de la historia. Fue asesinado en el 192 y con él finalizó la dinastía de los Antoninos (96-192).

1 comentario:

  1. Hasta ahora si me sirvio esta pagina muy buena muy buena la informacion

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